viernes, 3 de octubre de 2008

ADCCIONES ACTUALES


"ADICCIONES: UN MAL DE LA POSMODERNIDAD"INTRODUCCIÓN Las adicciones como casos aislados existen desde siempre pero como fenómeno masivo, como enajenación colectiva que se extiende como un reguero de pólvora haciendo estragos en nuestra juventud, desde hace poco. Quizás apenas dos décadas. La cultura se inquieta con estas manifestaciones de irracional destructividad, con esa dependencia caricaturesca, con semejante desafío e interpelación. ¿Qué puede hacer?. Los jueces no saben como sancionarla con justeza, los legisladores oscilan entre tratarlas como enfermedad o como delito, los psicoanalistas nos encontramos más silenciosos que nunca a la hora de hablar de su patogénesis y, especialmente, de sus abordajes terapéuticos. Mientras tanto, los narcotraficantes hacen sus negocios, estan agradecidos a la cultura occidental que tanto ayuda a su floreciente emprendimiento. A tono con los valores predominantes en las épocas actuales, son "pragmáticos y operativos", no se interesan por lo que es verdad o mentira, por lo que es justo o injusto, legal o ilegal, sino por lo que es rentable.
La cultura debe inquietarse por el problema de la drogas, de la violencia criminal y suicida, por el S.I.D.A., por el crecimiento de la prostitución infantil y la industria pornográfica entre las más llamativas patologías de fines del siglo veinte, pero no puede vacilar en reconocerlas como flagelos que son manifestaciones de su malestar, manifestaciones de algo -o mucho- que no funciona bien en su dinámica. Es que nadie puede dudar que estas patologías trascienden generosamente el marco de la biología o psicología individual emergiendo en las grietas de un contexto sociocultural que está fisurado en múltiples crisis: crisis demográfica, ecológica, familiar, educativa, creencial y de los ideales, para mencionar sólo algunas. Habrá que reconocer finalmente, que esas eflorescencias monstruosas que tanto rechazo provocan -que incluyen las adicciones aunque no se agoten con ellas- son síntomas, intentos de sutura desesperados, de grupos cada vez más extensos de sujetos frustrados antes de comenzar, sin trabajo ni esperanzas, sin un pasado donde apoyarse ni un futuro donde proyectarse, sin utopías ni confianza, sin educación ni comprensión; sujetos abandonados, traumatizados, sin una ilusión o una historia de amor que los acompañe, solos e incomunicados.
La posmodernidad como conmoción cultural, como cambio de época, como punto de agonía del proyecto moderno, no sólo supone profundas transformaciones en las reglas de juego de las ciencias, del arte y la literatura contemporáneas, sino también de las instituciones formadoras del sujeto humano. Este registrará los cambios y los expresará en sus modos de pensar, sentir y comportarse.De los muchos rasgos críticos de la sociedad moderna, en este libro, centro mi atención en tres cuya influencia me parece decisiva en la producción y el mantenimiento de los comportamientos adictivos y violentos: el empobrecimiento y disgregación de la familia moderna, el acortamiento de los tiempos que imponen los medios de comunicación al procesamiento psíquico de tanta y tan variada información y, la universalización del modelo consumista acompañado de un crecimiento cada vez mayor de la cultura oral e imaginaria a expensas del ocaso de la cultura escrita y conceptual.Se insiste en destacar, con razón, la íntima conexión entre las adicciones y el desdibujamiento de la figura paterna como referente de la Ley, pero nadie puede poner en duda tampoco el papel fundamental que en ellas tiene, como condición predisponente, el déficit de la función materna. En las páginas que siguen se despliegan algunos de los principales resortes históricos y culturales que empujaron a hacer tan deficitarias estas funciones parentales situando en un lugar relevante la lucha por el poder entre los sexos a partir del notorio aumento de la participación femenina en todos los ámbitos de la vida social y de su liberación sexual



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